En la mayoría de los casos, cuando se construye una solera de hormigón, el espesor del hormigón se calcula de tal manera que pueda hacer frente a las cargas por sí solo, sin la necesidad de un refuerzo del tipo estructural (conservando la estructura de la solera). Cuando se tiene un espesor suficiente, la solera no necesita una armadura estructural, basta con colocar un mallazo calzado en el tercio superior para cumplir la función de absorber las tensiones de la retracción plástica del hormigón. Pero esto no siempre es posible. En ocasiones, el espesor de la solera no es lo bastante grande como para poder soportar el peso de las cargas por sí sola porque existe algún tipo de limitación que permite añadir esos centímetros de hormigón faltante. En estas ocasiones se acude al uso de un doble mallazo o en su lugar se utilizan macrofibras que otorgan al hormigón una resistencia del tipo estructural. Esto es, fibras que protegen la estructura de la solera, igual que lo haría un doble mallazo.

Una de estas aplicaciones fueron las soleras de la destilería que se construyó cerca del puerto de Tenerife. Estas soleras tenían que soportar grandes cargas puntuales de los depósitos del producto destilado con un espesor relativamente pequeño. Tras la realización de los cálculos de tensiones Westergaard, se determinó que era necesaria la colocación de un doble mallazo o fibras adecuadas para otorgar un refuerzo del tipo estructural a la solera de hormigón. Este tipo de refuerzo evita que las fisuras provocadas en la zona inferior de la solera debido a las sobrecargas puedan propagarse hacia la superficie causando el colapso de la solera.

Se optó por una fibra de refuerzo estructural macrosintética Barchip. Estas fibras fabricadas en Japón con una eficiencia muy superior a la media de fibras estructurales consiguieron reemplazar un doble mallazo en dicha obra. Cientos de miles de fibras macro sintéticas Barchip en cada metro cúbico evitan que las fisuras provocadas en la zona inferior de la solera puedan alcanzar la superficie, realizando de esta forma la función de un mallazo colocado en la parte inferior de la solera (doble mallazo).

Para poder calcular la dosificación adecuada para este tipo de fibras se utiliza el modelo de cálculo TR34. Una vez realizado el cálculo y determinada la dosificación adecuada, la solera se ejecuta eliminando por completo el enorme trabajo de colocación de una doble malla, que requiere además una gran especialización y supone un gran peligro para los operarios que se enfrentan a la posibilidad de sufrir cortes debido a la manipulación de barras de acero, casi siempre oxidadas. Se puede encontrar más información en la página web de Fibratec y solicitar un cálculo sin coste para este tipo de trabajos.

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